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    Cuentos, parábolas y alegorías

    Mozos
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    Cuentos, parábolas y alegorías  Empty La mujer embarazada y los bebes

    Mensaje por Mozos 02/01/13, 11:35 pm

    En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:

    -¿Tú crees en la vida después del parto?
    - Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.

    - ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
    - No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.

    - ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.

    - Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
    - Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.

    - Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
    - ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
    - ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
    - ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
    - Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...
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    Cuentos, parábolas y alegorías  Empty El maestro sufi

    Mensaje por Mozos 29/02/12, 06:46 pm

    El maestro sufi contaba cuentos a sus alumnos todos los días, pero estos eran muy complicados y no podían entender las enrevesadas parábolas. Un alumno indignado le cuestiona por qué.

    El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...
    - Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado.
    - Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
    - Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
    - Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
    - Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
    - ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...
    - Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
    - No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte. Permíteme que te lo mastique antes de dártelo.
    - No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

    El maestro hizo una pausa y dijo: - Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada

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    Cuentos, parábolas y alegorías  Empty La alegoría del carruaje de Jorge Bucay

    Mensaje por Mozos 29/02/12, 06:34 pm

    Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: -Sal a la calle que hay un regalo para ti.
    Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo, y no hay lugar para nadie más.
    Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué bárbaro este regalo! "¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando de esa sensación.
    Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.
    Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?" Y empiezo a convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.
    De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice, como adivinándome: -¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?
    Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.
    -Le faltan los caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle.
    Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.
    -Cierto - digo yo.
    Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje.
    Me subo otra vez y desde adentro les grito:
    -¡¡Eaaaaa!!
    El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y eso me sorprende.
    Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.
    Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.
    Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero al final siento que es muy peligroso.
    Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.
    En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo insulto: -¡Qué me hizo!
    Me grita:-¡Te falta el cochero!
    -¡Ah! - digo yo.
    Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar un cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.
    Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al cochero a dónde ir.
    Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta.
    Yo... Yo disfruto el viaje.
    "Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo.
    A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los afectos.
    Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar racionalmente.
    El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran del carruaje son tus caballos.
    No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y protegidos, porque... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de vos si fueras solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida?
    Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente tampoco podéis descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto.
    Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó el viaje...
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    Cuentos, parábolas y alegorías  Empty Cuentos, parábolas y alegorías

    Mensaje por Mozos 29/02/12, 06:28 pm

    Para los que asisten a clase en la Asociación ya conocen algunos de estos cuentos.

    Namaste.

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