LA FIGURA DE DUNS ESCOTO
Esta reflexión intenta explorar algunos aspectos del pensamiento de Escoto sobre la Predestinación y la Primacía de Cristo, la Pasión y la Inmaculada Concepción, dando un vistazo a los elementos más iluminadores de la espiritualidad de Escoto y de la humanidad de su espiritualidad. Todo esto, ojalá sin el academicismo que investiga y escribe sobre Escoto, para que, fuera de los lectores para los cuales escribo, también otros puedan admirar y querer a este gran fraile franciscano, escolástico, pensador, escritor y místico poco conocido.
Igual que san Francisco, a cuya visión Escoto siempre permaneció fiel (a despecho de lo que piensan algunos escolásticos), Escoto murió a tempranos 40 años, sin tener oportunidad de revisar sus escritos. Es, tal vez, porque murió tan joven y no pudo revisarlos, que el pensamiento de Escoto es tan complejo y tan difícil de entender. Sólo podemos especular sobre lo que hubiera podido llegar a hacer si hubiera vivido más, pero cuando nos damos cuenta de que esta especulación es inoficiosa, nos entristece por lo que hubiera podido ser. A pesar de la complejidad de su pensamiento, un estudio minucioso de Escoto reditúa fructíferos dividendos.
Cuando se estudia a Escoto, uno se da cuenta de que está en presencia de una mente singularmente brillante y agudamente perceptiva. Pero también se da cuenta de que este pensamiento de tanta variedad de temas teológicos sólo puede provenir de un hombre profundamente santo. Los que fustigan a Escoto, adosándole el epíteto de "sutil" en sentido peyorativo, lo hacen porque no logran ver a través de la sutileza. Sólo ven el barniz de su intelecto, pero no pueden ver su corazón. No logran ver al hombre de oración y la experiencia de íntima unión con el Dios del que escribe. Juan Duns Escoto constituye para nosotros hoy día un ejemplo de cómo la mente y el corazón pueden trabajar en armoniosa unión para causar, no sólo discernimiento intelectual brillante, teológico o filosófico, sino también la viva experiencia del amor[/color], en el cual se proclama el Evangelio que es la regla y vida de cada fraile menor que trata de buscar la unión con Dios.
Om Shanti
Esta reflexión intenta explorar algunos aspectos del pensamiento de Escoto sobre la Predestinación y la Primacía de Cristo, la Pasión y la Inmaculada Concepción, dando un vistazo a los elementos más iluminadores de la espiritualidad de Escoto y de la humanidad de su espiritualidad. Todo esto, ojalá sin el academicismo que investiga y escribe sobre Escoto, para que, fuera de los lectores para los cuales escribo, también otros puedan admirar y querer a este gran fraile franciscano, escolástico, pensador, escritor y místico poco conocido.
Igual que san Francisco, a cuya visión Escoto siempre permaneció fiel (a despecho de lo que piensan algunos escolásticos), Escoto murió a tempranos 40 años, sin tener oportunidad de revisar sus escritos. Es, tal vez, porque murió tan joven y no pudo revisarlos, que el pensamiento de Escoto es tan complejo y tan difícil de entender. Sólo podemos especular sobre lo que hubiera podido llegar a hacer si hubiera vivido más, pero cuando nos damos cuenta de que esta especulación es inoficiosa, nos entristece por lo que hubiera podido ser. A pesar de la complejidad de su pensamiento, un estudio minucioso de Escoto reditúa fructíferos dividendos.
Cuando se estudia a Escoto, uno se da cuenta de que está en presencia de una mente singularmente brillante y agudamente perceptiva. Pero también se da cuenta de que este pensamiento de tanta variedad de temas teológicos sólo puede provenir de un hombre profundamente santo. Los que fustigan a Escoto, adosándole el epíteto de "sutil" en sentido peyorativo, lo hacen porque no logran ver a través de la sutileza. Sólo ven el barniz de su intelecto, pero no pueden ver su corazón. No logran ver al hombre de oración y la experiencia de íntima unión con el Dios del que escribe. Juan Duns Escoto constituye para nosotros hoy día un ejemplo de cómo la mente y el corazón pueden trabajar en armoniosa unión para causar, no sólo discernimiento intelectual brillante, teológico o filosófico, sino también la viva experiencia del amor[/color], en el cual se proclama el Evangelio que es la regla y vida de cada fraile menor que trata de buscar la unión con Dios.
Om Shanti